El viejo


Revoloteábamos como moscas alrededor del pequeño restaurante. Un hambre voraz atenazaba nuestros estómagos y nublaba la vista. Nos habíamos fugado del colegio un grupo numeroso de amigos, unidos en la primaria necesidad de satisfacer el hambre, esa que taladra las entrañas, acorta los huesos y descolora la mirada.


El local, aun cerrado, exudaba una promesa de satisfacción que nos mareaba. El olor nos acariciaba y envolvía en un ensueño tropical, similar al que se vive a la orilla de una playa, bajo un cocotero y mecido en la suave brisa del ocaso. Matábamos el tiempo hablando de comida, imaginando manjares inaccesibles y desconocidos, mintiendo unos, creyéndonos todos. Anhelantes, expectantes ante la apertura.



Un hombre viejo paso a nuestro lado y se sentó en la acera, llevaba un sucio pantalón muy raído y apolillado, anudado a la cintura con una burda soga de cáñamo. Una vieja camisa militar, recogida de alguna basura, le quedaba extremadamente grande para haberle pertenecido alguna vez. Sus manos, sucias y con las uñas rotas, reposaban en un bastón improvisado con el mango de una sombrilla. El esperaba también.


Se abrió la puerta con un chirrido y corrimos en tropel a saciar el apetito. Risas, exclamaciones, historias vividas y otras imaginadas - pero no menos verídicas - acompañaban el menú. Del vacío llegamos al exceso con una rapidez inusitada, alguien propuso que pagara la cuenta el que menos comiera pero se desestimo la oferta por un temor general a atragantarse. Comimos con los ojos. Al final, entre servilletas amarillentas y jirones de grasa, sobraba aquello que anhelábamos minutos antes: comida.

(…)

Dos horas mas tarde, nuestro deambular vespertino nos llevo de regreso al restaurante, el ruido de calderos y estropajos anunciaba el cierre inminente. Aun saciados, regresábamos lentamente a la escuela cuando algo llamo mi atención. En los tanques de la basura, ataviado con una pañoleta mohosa al cuello cual servilleta, el viejo rebuscaba restos de comida con gran concentración. Separaba delicadamente las viandas de la carne, y descartaba los huesos roídos. Cada arruga de su rostro temblaba de emoción ante cada hallazgo, su cuerpo excitado se doblaba dentro del tanque, profundizando más y más su búsqueda.



Alzó la cabeza ante nuestros pasos y por un brevísimo instante, nuestras lágrimas se cruzaron en dos miradas infantiles...


Feliz comienzo febrero ... Nos vemos !!


"El Viejo", cuento basado en hechos reales escrito por el arquitecto, Dayron Portela

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COMENTARIOS

27 comentarios:

anapedraza dijo...

¡Feliz comienzo de febrero!

Pero no feliz del todo, porque el texto es un retrato de la sociedad, muy triste.

¡Un beso!

MIGUEL

Canoso dijo...

Durísimo cuento el de hoy, Balovega, igual provoca que algo cambie en nuesto interior para este nuevo mes que ahora comienza. un abrzo

AZAHARA dijo...

Duro pero real como la vida misma...

Jose Jaime dijo...

Una realidad más que palpable hoy en día y a nuestro alrededor.
Me ha gustado mucho.

Abrazo

Cantares dijo...

Es tremendo toparse con la realidad representada por un ser humano viviendo la màs absoluta miseria, excluido de la sociedad...
Beso

Montse. dijo...

Pensar que muchos de nosotr@s tiramos comida, cuando hay tant@s que no tienen nada que llevarse a la boca.Relato, cruel y muy real. Besos.

Flenning dijo...

Amable homenaje. Me hizo recordar esto: http://www.youtube.com/watch?v=WMmqBjFIUIQ

Espero que le guste

Amig@mi@ dijo...

Genial, me quedé sin palabras
Preciso relato que nos hace pensar...
Un abrazo

El tejón dijo...

Una entrada cargada de sensibilidad. Para despertar tantas conciencias dormidas.
un abrazo.

Lakacerola dijo...

Desgraciadamente esta escena es más común de lo que pensamos.
Un abrazo.

Un par de neuronas... dijo...

Esa escena la viví este domingo por la tarde en Castellón. Un matrimonio con dos niños, españoles todos ellos, peleaban a gritos delante de un contenedor, con un par de rumanos alegando que la basura, primero para los españoles!
No digo más.

Besos y buen febrero para tí también, amiga mía.

Un lugar dijo...

Cruel realidad amiga Balo...pensar q con lo q despediciamos algunos...otros comen...que se tiran a diario en restaurantes, supermercados...comida, sin acordarse de aquellos q no tienen un trozo de pan para llevarse a la boca. ¿Cambiará alguna vez esto en todo el planeta?...quiero soñar con el SI. Besos. Uruguayita.

Merchi dijo...

Que triste, cielo. La triste y dura realidad por desgracia.

un beso, cariño :)

Mar dijo...

Jooo, lees un poema que te sube a una nube y este relato te baja de golpe a la cruel realidad, por desgracia cada dia hay mas gente buscando en los contenedores de basura y no solo mendigos...

Feliz mes, este es el mio un año mas jajaja.

Besitosssss

fernando dijo...

la vida no deja de darnos sorpresas. Besos.

Logan y Lory dijo...

Triste, tierno, real, duro, constructivo....
Bien traído en estos tiempos duros.
Abrazos

Tinta Roja dijo...

Hola Balovega, no me sorprende tu relato aunque es de una dureza tremenda, yo lo he vivido en plena calle Florida luego del cierre de los restorantes familias enteras abriendo las bolsas de basura, un pecado mortal de nuestros indiferentes gobernantes, en un pais que puede dar de comer a mas de 300 millones de personas, tenga en sus entrañas tamaña atrocidad.
Un abrazo.

Dean dijo...

Un cuento demasiado crudo, aunque no tanto como la realidad. Ciertamente con nuestra basura podríamos alimentar a todos esos pobres que pasan sus días sin conocer por lo menos un trozo de las sobras que arrojamos a la basura.
Un saludo.

yannier Ramirez Boza dijo...

Saludos por primera vez.
Las cosas negativas de nuestro planeta no solo basta con verlas, sino con luchar para que no se repitan. Te ayudan a ver el interior de las cosas que pasan alrededor de uno. Es nuestro mundo. Soy bastante realista.

Juanjo Rubio dijo...

Un relato precioso. Como siempre nos enriqueces con tus historias. Besos.

Alijodos dijo...

Que cuento mas bonito querida amiga...precioso. un beso

Fiaris dijo...

tan bueno como realista ,abrazos

Ricardo Miñana dijo...

Excelente y reflexivo texto,
gracias por compartirlo,
un placer pasar por tu bonigo blog,
feliz semana.

mamen dijo...

Si solo dejaramos de comprar, lo que no nos hace falta, habria comida para todos, pero es una locura lo que hacemos, si miras en el carro del super las cosas necesarias y los caprichos, dejariamos 8 de cada 10 cosas compradas, estas cosas me superan, un beso

Sergio Lopez(Lely Vehuel) dijo...

Fabulosa entrada nunca mejor dicho de fabula,exelente .Siempre paso, porque visitar a mis amigos y amigas me alimenta en letras y disfruto mucho de leerte, suman las imagenes, seguire pasando siempre.

PD: Ando siempre con tanto trabajo que voy de prisa y me olvido de felicitarte por tu blog, te digo esta muy bonito, te felicito. Muha Luz y hasta pronto

Anónimo dijo...

Muchas veces la realidad se nos hace un nudo en la garganta...
Muy bueno tu escrito. Te felicito por esos sentimientos plasmados.

Un fuerte abrazo.

Almudena dijo...

En la parte trasera del mercado al que voy los sábados se puede ver gente mayor buscando comida en los cubos de basura. No son indigentes, son nuestros abuelos. Encoge el corazón.

Duro relato Balo, pero real y cercano.
Besucos.

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