La escena que nos trae George de la Tour en el cuadro de la Magdalena penitente se sitúa en un interior donde la fuente de luz es una vela ubicada dentro de la misma escena. A diferencia de Caravaggio, cuya iluminación tenebrista reconoce una fuente de luz natural, los ambientes que crea de la Tour están impregnados de una penumbra llena de misticismo. La escena sumerge al contemplador en un ambiente silencioso, quieto, el adecuado para la reflexión y la meditación. La figura de Magdalena, lejos de la sensualidad que suele invertirla, es casi estatuaria.

Esta obra de aspecto delicado y procedente del Museo del Louvre se ha instalado en el Museo del Prado de la mano del programa "La obra invitada", con el que quieren acercar al espectador obras notables de otros museos y colecciones.




Sin lugar a dudas Caravaggio se aparta completamente de la manera en que se representaba a María Magdalena, gran pecadora arrepentida, convirtiéndola en una muchacha joven y hermosa, llena de inocencia pero profundamente abatida, transmitiendo tanto dolor que renuncia a los perfumes y joyas, abandonándolos en el suelo y formando por sí mismos una bellísima naturaleza muerta. Una manera genial de plasma a la Magdalena.






Con esta iniciativa el Museo del Prado busca acercar a sus visitantes obras notables de otros museos con el doble objetivo de enriquecer la visita y establecer un término de comparación que permita reflexionar sobre las propias pinturas.

Hasta mañana amigos .. Nos vemos !!


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