Con motivo de la exposición de Rembrandt que les comenté en el post anterior, tengo la excusa perfecta para hablarles de uno de los museos más atrayentes e importantes, y sin duda una de las mayores y mejores pinacotecas del mundo.


El Museo Nacional del Prado, se encuentra ubicado en pleno centro de Madrid, en el Paseo del Prado, también conocido como Paseo del Arte, por encontrarse muy cercano al lugar, el Museo Thyssen y Reina Sofía, próximo al Parque del Retiro.

El Prado cuenta con una ampliación diseñada por Rafael Moneo y que integra el Claustro de los Jerónimos. Allí se realizan las exposiciones temporales, y donde se encuentra el centro de atención de visitantes, la tienda-librería y la cafetería-restaurante.

El edificio que alberga el Museo del Prado fue concebido inicialmente por José Moñino y Redondo, conde de Floridablanca y valido del Rey Carlos III, como Gabinete de Historia Natural, en el marco de una serie de instituciones de carácter científico para la reurbanización del llamado Salón del Prado. Con este fin, Carlos III contó con uno de los arquitectos predilectos, Juan de Villanueva, autor también del cercano Jardín Botánico.

El proyecto arquitectónico de la actual pinacoteca fue aprobado por Carlos III en 1786. Lo que Supuso la culminación de la carrera de Villanueva y una de las cimas del neoclasicismo español, aunque dada la larga duración de las obras y avatares posteriores, el resultado definitivo se apartó algo del diseño inicial.

Las obras de construcción se desarrollaron durante los reinados de Carlos III y Carlos IV, hasta el punto de que el edificio quedó prácticamente finalizado a principios del sigo XIX. La llegada de las tropas francesas a España y la guerra de la Independencia dejaron huella en él, destinándose a fines militares (Cuartel de caballería), por lo que cayó en un estado casi de ruina total. Las planchas de plomo de los tejados fueron fundidas para la fabricación de balas. Gracias al interés manifestado por Fernando VII, y sobre todo, de su segunda esposa Isabel de Braganza, se inició, a partir de 1818 la recuperación del edificio, sobre la base de nuevos diseños del propio Villanueva, sustituido a su muerte por su discípulo Antonio López Aguado.

En 1819 se abre al público el Real Museo de Pintura y Escultura, teniendo como sede el edificio que el arquitecto Juan de Villanueva había proyectado como Gabinete o Galería de Historia Natural. El Marqués de Santa Cruz y el pintor Vicente López se encargan de la selección de la piezas expuestas, aproximadamente unas mil quinientas obras procedentes de las colecciones reales. En 1965 pasa a denominarse Museo Nacional del Prado, al producirse la separación entre los bienes del patrimonio de la Corona y los del Real Museo de Pintura y Escultura. En 1872 se incorporan los fondos del siduelto Museo de la Trinidad.

En 1920 pasa a depender del Ministerio de Instrucción Pública, y en 1971 entran a formar parte de las colecciones las obras del siglo XIX guardadas hasta esa fecha en la Sección de Arte Moderno del Museo Español de Arte Contemporáneo.

El amante de la pintura puede acceder a su obra favorita en la Galería Online del Museo, donde podrá ver hasta la pincelada y los más pequeños detalles, con una definición espectacular, además de la ficha técnica de la obra.

Siempre les hablo de las cosas mágicas de este Madrid nuestro, pero con toda sinceridad les cuento, que el entorno que lo rodea es algo realmente estelar, respirando arte por todos sus costados, a la vez que encontrar y descubrir personas de diferentes partes de mundo disfrutando de las maravillas que aquí se encuentran.

Información recogida de Wikipedia y del propio Museo del Prado.
Fotografías antiguas pentimento.
Fotografías actuales: Balovega.